Los directivos tóxicos socavan la cultura y el éxito del lugar de trabajo

Los directivos tóxicos socavan la cultura y el éxito del lugar de trabajo

El liderazgo va más allá de la consecución de resultados; requiere inteligencia emocional. Aunque las personas tóxicas de alto rendimiento pueden aportar beneficios a corto plazo, su impacto negativo puede ser perjudicial para una organización a lo largo del tiempo. Las empresas suelen pasar por alto las señales de alarma asociadas a estas personas, dando prioridad erróneamente al rendimiento sobre la salud del equipo.

Estos son los indicadores clave del comportamiento tóxico en los trabajadores de alto rendimiento:

1. **Desprecio por la retroalimentación**: Ignoran las críticas constructivas o se las toman demasiado a pecho, ahogando el crecimiento y la mejora.

2. **Comunicación deficiente**: La colaboración eficaz es fundamental en cualquier dinámica de equipo. Los trabajadores tóxicos tienden a comunicarse mal, creando barreras en lugar de fomentar el trabajo en equipo.

3. **Autopriorización**: Cuando un individuo valora su propio éxito por encima de los logros del equipo, se produce una ruptura de la colaboración y puede desmoralizar a los compañeros.

4. **Burlarse de los errores**: En lugar de apoyar a sus compañeros, estas personas suelen ridiculizar los errores de los demás, lo que puede crear un ambiente de trabajo hostil.

5. **Actitud negativa**: Una actitud pesimista constante puede minar la moral del equipo y afectar a la productividad general. Los equipos prosperan con positividad y ánimo, no con negatividad.

6. **Falta de respeto por los límites**: Los ejecutores tóxicos suelen despreciar el equilibrio entre la vida laboral y personal y el tiempo personal de sus compañeros, lo que provoca agotamiento y resentimiento en el equipo.

7. **Atribuirse el mérito**: Con frecuencia reclaman el mérito exclusivo de los éxitos del equipo, socavando el esfuerzo colectivo y las contribuciones de los demás.

8. **Cotillear: Las críticas entre bastidores pueden erosionar la confianza entre los miembros del equipo, fomentando un ambiente de trabajo poco saludable.

Es esencial reconocer que el liderazgo no es sólo cuestión de resultados, sino también de cómo se consiguen esos resultados y de su impacto en la dinámica del equipo. A veces, la decisión más valiente que puede tomar un líder es separarse de una persona de alto rendimiento que no se ajusta a los valores de la organización. Dejar marchar a personas que dañan la cohesión y la moral del equipo es vital para construir una cultura de trabajo sana y productiva.

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